MEMORIA DEL PALADAR
Magdalena Valerio & Bacalao rebozado
Un texto de Miguel Ángel Almodóvar y fotos de Féliz Soriano.
A diferencia de aquella memorable Rocío Vázquez que interpretaba María José Alfonso en la película La niña de luto, Magdalena Valerio ha decidido dar por concluido su medio o alivio de luto, con una elegante chaqueta rosa palo y un corazón prendido en su solapa del Proyecto Yunquera, para asistir a nuestra varias veces pospuesta comida en La Fonda de la Confianza.
Lo de los lutos, riguroso primero en negro total, y luego medio o de alivio en cromatismos de gris, azul oscuro o morado, forma parte de un ritual tradicional mediterráneo que busca mostrar públicamente el dolor que se siente tras la pérdida de un ser querido. Aunque ya en galopante desuso, Magdalena sigue respetando la vieja usanza como parte del amor y el respeto que siente por el acervo cultural del que procede. Y la oportunidad llegó en los últimos años, que han sido muy difíciles para esta mujer jurista, política y cordialísima amiga. Tras superar un agresivo cáncer de mama diagnosticado en 2014, en diciembre de 2022 tuvo que afrontar la muerte de su padre; al año siguiente y el mismo día de diciembre, la de su gran amor de madurez, el brillantísimo periodista, sociólogo y divulgador gastronómico Lorenzo Díaz; para terminar sufriendo el manotazo duro y golpe helado del fallecimiento de su madre, en noviembre de 2024.
Pero, en los tantos entretantos, Valerio ha sido funcionaria del Cuerpo de Gestión de la Seguridad Social y de la Escala de Gestión de Empleo del INEM, consejera del Gobierno regional de la Comunidad de Castilla La Mancha, diputada a Cortes Generales por Guadalajara en dos ocasiones, ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social y presidenta de la Comisión del Pacto de Toledo. Ahora, desde marzo de 2025 es Consejera Permanente del Consejo de Estado y presidenta de su Sección Segunda.
Me cuenta que conoció a Lorenzo a finales de 2000, cuando él ya llevaba unos meses separado de la madre de sus hijos, la periodista y presentadora radiotelevisiva Concha García Campoy. El encantamiento empezó a surgir a partir del descubrimiento de un modelo peculiar e inusual de paso por la infancia y la adolescencia, porque los dos eran hijos de guardias civiles y se habían criado y ensolerado en cuarteles de la Benemérita. Un ejemplar cariñosísimamente dedicado de La cocina del Quijote, una de las obras cumbre de Lorenzo, fue completando el embrujo, que finalmente se cerró con el sortilegio de la cocina en común, cuando hubo confianza para entrar en los respectivos hogares. Ella preparaba los entrantes: albondiguillas, croquetas o perdiz escabechada, y Lorenzo en principal del gaudeamus: cocido, paella o un guiso de carne con patatas. En las fiestas de mucho guardar o recordar, el ilustre guisandero confeccionaba con mimo un platonazo de resonancias sanchopanzistas: Merluza a la manchega, con pimientos rojos y verdes, cebollas, ajos y harina para el rebozado, que aunque suene a chiste está para chuparse los codos.
Durante un tiempo, la pareja viajaba con mucha frecuencia a Barcelona y Sevilla en AVE y pronto convinieron al alimón que las fruslerías manducarias que les ofrecían en el vagón eran, como en su tiempo las fincas del Plan Badajoz, manifiestamente mejorables. A partir de ahí, se preparaban de ante una talega o fardel con bocados de más fuste y sustancia, que Lorenzo bautizó como Avíos del AVE.
En la memoria del paladar de Magdalena figuran en sitial de honor varios platos formulados con bacalao cecial. De hecho, su debut en la cocina, con doce años y de la mano de su padre, fue Patatas con arroz y bacalao. Pero ese solo era uno más del variado repertorio familiar, del que, a la hora de elegir uno el azar ha recaído en la elementalidad sublime del Bacalao rebozado, al que Paco Patón, gran timonel de La Fonda de la Confianza, y su jefe de cocina Esteban Mangudo aportan un colorín.
Bacalao rebozado
(Receta para 6 personas)
Ingredientes
1 kg. solomillo de bacalao desalado
Harina
Huevo
Para el pil-pil de clorofila
2 cabezas de merluza
1 cabeza de ajos
2 dl. de AOVE
1 dl. de agua
Perejil picado
Para el aceite verde
50 g. de cebollino
50 g. de perejil
50 g. de espinacas
2 dl. de AOVE
Polvo de ajo.
100 g. de ajo
Preparación
Racionar a 80 g. el solomillo de bacalao, utilizando 2 raciones por persona. Reservar.
Para el pil-pil, aromatizamos en una sartén el AOVE con la cabeza de ajos partida a la mitad. Cuando empiece a dorar, se retira y se deja enfriar.
Retiramos los ojos y las agallas de la merluza y las envasamos al vacío con el AOVE aromatizado y el agua. Cocinar al vapor 80º C durante 2 horas. Colar y reservar.
Para el aceite verde, escaldar las hojas verdes en agua hirviendo con sal durante 5 segundos, colar y enfriar en agua con hielo.
Escurrir las hojas y meter en la Thermomix con el AOVE, durante 5 minutos a velocidad 7. Colar y reservar.
Para el pil-pil de clorofila, emulsionar con la ayuda de una túrmix la gelatina de merluza con el aceite verde, poner a punto de sal y reservar.
Para el polvo de ajo, cubrimos los ajos con agua y los picamos con una batidora, hasta conseguir una pasta de ajo, colar por un colador fino y retirar el exceso de agua.
Poner al fuego una cacerola con tres partes de AOVE y la pasta de ajo. Vamos removiendo con una varilla hasta que empiece a subir el polvo de ajo frito, en ese momento colar el AOVE por un chino y secar con papel absorbente el polvo de ajo, reservar.
Pase
Poner una fritura con AOVE a 160º C.
Pasar las raciones de bacalao por la harina, dejar 30 segundos y pasar por el huevo. Luego, reposar otros 30 segundos para que absorba bien el huevo y la fritura quede fijada y mantenga la piel de huevo. A continuación, vamos friendo las raciones de bacalao y secamos sobre papel absorbente. Rebozar ligeramente sobre el polvo de ajo y perejil picado.
En el centro del plato colocar el pil-pil de clorofila y coronar con el bacalao.